LA CHICA “PISCIS”
La cola hacia la derecha,
y por favor, no amontonarse. Es posible que no haya bastantes mujeres Piscis
para que cada hombre tenga la suya, pero eso no es razón para indisciplinarse.
Tendréis que respetar los turnos y esperar la mejor suerte.
Incluso sin astrología se
han difundido los rumores referentes a los encantos de la mujer Piscis. Claro
que también tiene sus puntos negativos, pero a la primera mirada es el sueño de
todos los varones desde la escuela primaria, con un sabio toque de conejita de
Playboy para mejor condimento. Mas vale que admitamos que la mujer moderna y
emancipada, con su imagen de hierro forjado, ha hecho subir mas aún las
acciones de las muchachas Piscis. Enturbiado el aire en la senda de los
enamorados por toda esa libertad que predica la mística femenina, las recatadas,
bonitas y desvalidas criaturas de Neptuno tienen que ahuyentar a los hombres a
palos.
No es sorprendente que
Piscis sea un trofeo. La mujer neptuniana, casada o soltera, rara vez trata de
hacerle sombra al hombre que está a su lado. No tiene el mas remoto deseo,
neurótico u oculto, de dominarle de ninguna manera. Con alegría en el corazón,
deja que él le aparte la silla, le ponga el abrigo, llame el taxi, le encienda
el cigarrillo y le repita hasta cansarse lo encantadora que es. Lo único que
quiere es que él la proteja y se ocupe de ella; se siente contenta y feliz de
apoyarse en el ancho hombro viril y de decirle, mirándole con ojos
maravillados, lo fuerte que es él y lo mucho que ella necesita de su protección
en este mundo hiriente. Piensa en todos los lobos que andan por ahí, en espera
de devorarse a las Caperucitas Rojas; es bastante para que una chica tenga que
sacar el frasco de sales. Y aunque no sea victoriana hasta ese punto (aunque
muchas del signo del Pez lo son), sabrá escuchar con encanto el relato de los
problemas masculinos y en momentos de crisis será lo que se llama una buena
compañera.
Una mujer de este signo
piensa que su marido, amante, novio, padre, hermano (y en realidad, cualquier
hombre) puede darle una paliza al mundo entero con una mano atada detrás de la
espalda y -siendo los hombres como son- es muy poca la cantidad de esa fe
conmovedora que se necesita para convencerles a ellos de eso mismo. ¿Y te
preguntas por qué es tan popular? La muchacha Piscis es una serena y acogedora
rada de tranquilidad para su orgulloso macho, lejos del ruido del tráfico y del
repiqueteo de las máquinas de la oficina. En su estanque de peces, las luces
son suaves, amortiguadas, calmantes para los ojos cansados, agredidos por las
luces de neón y por todas esas tontas cifras de la bolsa que ella no podría
entender aunque en ello le fuera la vida. (Aunque si realmente le fuera en ello
la vida, ya estaría sacándole punta al lápiz.)
En invierno usa esponjosos
guantes de angora. En primavera, faldas pulcras y vaporosas. Los veranos la
encontrarán enfundada en un minúsculo bikini. En otoño su aspecto será
adorable, sentada a tu lado, viendo el partido de fútbol, con las manos en tus
bolsillos porque si no, se le enfrían, y preguntándote a ti como va el partido.
En todas las estaciones, eternamente femenina. A riesgo de quedarme corta,
diría que los hombres acuden a ella como los abejorros a un bote de miel.
Tras una breve
conversación con ella, un hombre se relaja instantáneamente. Se imagina un
cálido fuego restallante en una noche de invierno, o se ve tendido en una
hamaca, un fragante día de primavera, sin que nadie le incomode. Ella no deja
de aclarar que jamás le culparía por ningún problema que tuviera en su carrera
ni por accidentales errores. Esas cosas son siempre culpa de algún otro, no de
su amado. Ella jamás le presionará para que se apresure; para ella, el ritmo
que él lleva es perfecto. ¿Necesito explicar por que los Peces hembras son las
mujeres mas peligrosas de todos los signos solares? ¡Señal de alarma!
Advertencia: después de casada, es posible que te dé algunos codazos. Para ser
mas exactos, que te dé un montón de codazos. En cierto modo, te lo mereces por
haberte dejado cegar de esa manera por sus encantos. Habrá muchísimas veces en
que se muestre incluso amargamente sarcástica, pero no hay mujer que no tenga
sus defectos, y Piscis será amable con mucha mas frecuencia que pendenciera.
Para convertirse en una fierecilla, tiene que verse impulsada por la extrema
crueldad o haraganería de su compañero, y ¿quién ira a decir que un marido
cruel o haragán no se lo merece? No seré yo; yo estoy con ella.
Además, su deliciosa
feminidad oculta todos los fallos secundarios, y la mayor parte de las veces la
chica típica de Neptuno es dulce, soñadora y femenina. Como el Pez nada al
mismo tiempo en ambas direcciones, ella se adapta con toda facilidad a
situaciones conflictivas que destrozarían los nervios de otras mujeres. Claro
que, de vez en cuando, en la superficie habitualmente placida de su corriente de
pensamiento pueden asomar como burbujas algunas palabras ásperas y un parloteo
irritable. En ocasiones, una de estas sensibles criaturas que haya sufrido de
pequeña un tratamiento severo en exceso, puede, en su amargura, separar los dos
peces simbólicos de su signo, y esto quizá resulte muy triste. Se convierte
entonces en un Pez solitario y desdichado, que nada siempre furiosamente y que
siempre que se hunde en el intento de escapar vuelve a encontrarse consigo
misma... sin comprender jamás que lo que la envenena es volver hacia adentro,
hacia sí misma, su inagotable reserva de amor y de simpatía. Las drogas, la
bebida y las falsas ilusiones ocultan a sus ojos la verdad y le impiden ver las
rocas que hay en el río y que pueden destruirla. Pero la mayoría de las
muchachas neptunianas conservan ambos peces simbólicos firmemente unidos en una
acción fluida, que se desliza suavemente primero hacia atrás y después un poco
hacia delante, de manera que nunca estarás del todo seguro del punto exacto
hacia el que ella se encamina. De Piscis se dice que es un mar, profundo y
misterioso, donde van a desembocar todos los ríos. Si conoces algunos de sus
evasivos secretos, tendrás más oportunidades de pescarla. ¿Qué es lo que la
hace nadar?
Ante todo, es sutil.
Pregúntaselo a Nicky Hilton, Michael Wilding, Eddie Fisher y Richard Burton;
todos ellos se casaron con una mujer Piscis. Con la misma, en realidad. Que no
solo es sutil, sino a veces un poquito engañosa, cuando practica su arte de
enredar hombres en sus zarcillos de esmeralda.
Claro que quizá tú
conozcas una señora neptuniana que luce un delantal a cuadros y una sonrisa
tímida, y es la síntesis suprema de la esposa consagrada, perfecta ama de casa
y madre tierna. Estarás pensando que no es ni sutil ni engañosa. Perdona que te
lo diga sin rodeos, pero te equivocas. A esa mujer Piscis que te parece
diferente, yo también la conozco, o conozco una exactamente como ella. Es una
viuda que vive en el Bronx, y se llama Paulina. También luce un delantal a
cuadros y una sonrisa tímida: la caracterización completa. ¿Cómo es posible que
una imagen tan eglógica pueda resultar engañosa? Te lo diré. Ante todo, para
enredar a los hombres usa las cintas del delantal (porque no tiene zarcillos de
esmeralda; el año que viene, tal vez). Es una mujer pequeña que ha conseguido
hacer frente a la pérdida de un hijo amado, a la angustia, el aburrimiento, la
tragedia, el miedo, la pobreza e incluso a la confusión de momentos súbitos y
fugaces de riqueza. Se las ha visto con las rodillas magulladas de sus hijos,
sus notas, las galochas perdidas; con un marido desaliñado que los domingos
insistía en invadir su pulcra cocina, y con la mayor aglomeración de parientes
políticos -que hablaban ocho idiomas al mismo tiempo- que se haya visto fuera
de las Naciones Unidas. Ha afrontado toda esa mezcolanza que le impuso el
destino como lo hubiera hecho Rocky Graziano. ¿A eso le llamas suavidad? ¿Y
delicadeza? Hasta el día de hoy, sus dos hijos varones la consideran una
criatura encantadora, un poco infantil, desvalida, atolondrada, que necesita
protección y que no es capaz de entender del todo como funciona la cerradura
que hay en la puerta de la calle.
Es deliciosamente
imprecisa y soñadora. No entiende nada de economía política, pero se las
arregla para vestirse como si saliera de Sophie o de Saks, prepara
frecuentemente comidas de siete platos para nietos múltiples y diversos, paga
el alquiler a tiempo y, para las fiestas y los cumpleaños, hace unos regalos
increíbles, todo con unos ingresos mensuales no mucho mayores que una de las
propinas que deja Jack Benny. Se ha ganado el amor y el afecto de sus dos
nueras, y también de un heterogéneo grupo de amigos, que abarca a la
bibliotecaria, el portero, el dueño del bar de la esquina, el frutero, media
docena de gatos y de chiquillos sin dueño, el carnicero, el vendedor de
periódicos y -créame o no- el propietario de la casa. Creo que tiene un solo
enemigo: el hombre a quien rechazó antes de casarse con su marido, que
probablemente debido a su decepción, se refugió en la Legión Extranjera, y cuyo
nombre dudo que ella recuerde. Son mujeres sin corazón, estas Piscis. Sutiles y
engañosas. (Pero no intentes decirles eso a sus vecinos.)
Como los vientos de marzo,
tu muchacha Piscis puede pasar por muchos estados de ánimo. Es tremendamente
sentimental, y si sus sentimientos están heridos, llorará a torrentes. Te
mirará con tal aire de reproche que te sentirás como si acabaras de disparar
sobre un conejito. A veces, las mujeres Piscis piensan que están totalmente desprovistas
para las difíciles batallas que impone la supervivencia; entonces se deprimen.
Hay que decirle entonces que todos los que alguna vez han tenido la suerte de
conocerla la admiran por su profunda sabiduría y su comprensión sin límites;
normalmente, es la verdad del evangelio. La lección mas difícil que tiene que
aprender la mujer Piscis es la superación de su timidez y de sus dudas. Si su
miedo es muy profundo, se cerrará ante todo el mundo, y después se preguntará
por que está sola. Muchas veces tiene miedo de imponerse, de exigir demasiado,
de sacar ventaja, cuando esas cosas no se le pasan por la cabeza a nadie más
que a ella.
Alguna que otra vez, la
mujer Piscis disimulará su timidez y vulnerabilidad con agudezas, un barniz de
complejidad mundana y una personalidad frígidamente independiente, pero todo
eso no es mas que una capa protectora que le sirve para ocultar su
incertidumbre a los ojos indiscretos de gentes torpes que, si ella no se
protegiera, herirían su sensible corazón. Da cauce a su alma auténtica
escribiendo deliciosos poemas líricos entretejidos con el hilo de sus sueños
más íntimos y secretos. Cuando no escribe, es la imagen del puerco espín
encallecido que quiere dar a la gente, como mujer de carrera. Sin embargo, ni
siquiera este tipo de Piscis puede escapar a la influencia de su signo solar.
Pese a su independencia hábilmente urdida, espera a que sea el hombre que está
con ella quien llame el taxi. Hay algunas cosas que uno simplemente no hace, en
lo que se refiere a las mujeres de Neptuno, y una de ellas es no actuar como
una dama en publico Piscis engaña a muchos hombres que podrían serenar sus
íntimos temores y hacerla desdecirse de su frecuente afirmación de que no
necesita marido, que no haría mas que complicarle la vida. Imagínate, una
declaración semejante en labios de una mujer que necesita pertenecer a alguien
mas de lo que necesita dormir, comer o respirar.
La mujer Piscis dará todo
su corazón a sus hijos, salvo esa gran porción que reserva para ti. Los amará a
todos, pero tendrá cierta preferencia por los más feos, más débiles, más
pequeños o enfermizos. Solo una estrella de cine nacida bajo este signo es
capaz de hacer caso omiso de los rollizos bebés llenos de hoyuelos para adoptar
al niñito lisiado y de ojos asustados. Las mujeres regidas por Neptuno son las
que pueden demostrar mayor capacidad para entender la timidez de los niños y
los sufrimientos del crecimiento de las torpes chiquillas adolescentes. Una
madre Piscis teje sobre cada cuna la leve telaraña de mil sueños. Sacrificará
cualquier cosa para que sus hijos tengan todo lo que ella no pudo disfrutar de
niña. Es posible que sea demasiado tolerante con ellos; se le hace difícil
imponer disciplina, y hay que hacerle comprender que la falta de firmeza puede
ser tan negativa como el desapego y el descuido. En cierto modo, es una forma
de descuido dejar librados a sí mismos a esos caracteres jóvenes que necesitan
de una firme guía hasta que aprendan a nadar solos. Si peca por exceso de
blandura, explícaselo con bondad, que Piscis lo entenderá sin amargura y
empezará a usar alguna vez la zapatilla. Pero son muchas las mujeres de Neptuno
que consiguen hallar un justo medio entre el rigor y la bondad, y sus vástagos
dan testimonio de ello.
Trae a casa los garbanzos
y el vino. Lo más probable es que prefiera no entrar en la competencia brutal
del mundo comercial, a menos que tú tengas la imperiosa necesidad de que lo
haga. Ya tuvo bastante de eso (si es una neptuniana típica) durante el tiempo
que trabajo para esa gran empresa tan enmarañada, en espera de que tú vinieras
a rescatarla. Algunas mujeres Piscis, aunque no todas, son a veces un poquitín
derrochonas. Tal vez necesite que la ayudes a comprender por que el balance del
banco no coincide con el que ella hace en sus talones, que parecen escritos en
sanscrito. Así y todo, sabrá arreglárselas cuando la necesidad la obligue a
renunciar a su champán favorito para limitarse a la leche descremada.
Piscis escucha al océano,
porque el océano le dice cosas. En medio de la ciudad, sigue oyendo como las
ondas de Neptuno susurran a su corazón mas cosas, tal vez, de las que ella
quisiera saber. No pases por alto su cumpleaños o vuestro aniversario de bodas
o el día en que le declaraste tu amor, porque ella no los olvidará. Me acordaré
siempre de la amiga Piscis con la que iba a la escuela, en West Virginia. Era
menuda, de largo pelo oscuro y en sus ojos de un color castaño verdoso
brillaban las extrañas luces de Neptuno. De entre varios hombres, eligió para
casarse a un gran astro del fútbol; fue una fuga totalmente inesperada.
Recuerdo que ella le preguntó por que se le había declarado; sentía curiosidad.
“Bueno -caviló él-, fue una cosa rarísima, pequeña. Ese día yo no tenía la
menor intención de declararme. Estábamos en el parque, cerca de la piscina. Las
chicas que estaban ahí tendidas al sol tenían el pelo todo mojado de nadar, y
se las veía acaloradas y transpiradas. Tú estabas ahí sentada debajo de un
árbol con un vestido de encaje blanco, y se te veía tan fresca y tan diferente
de las otras. Parecías... bueno, yo diría que parecías una mujer. Ese es el
sutil secreto de las mujeres Piscis. No importa que Piscis obedezca a la
llamada de Neptuno como monja en un convento o como ronca cantante en un club
nocturno; siempre es una mujer. De pies a cabeza. Cien por cien.